Adiós Un lugar en el mundo

Todo concluye al fin, nada puede escapar.

Fue un tiempo hermoso para mí, tres años y cinco días, desde aquel 14 de septiembre de 2010 cuando publiqué Ojitos de despedida, un relato corto y triste que ya quedó en el olvido. No sabía bien qué era lo que pretendía ni lo que estaba buscando, pero sí consciente de la imperiosa necesidad de liberar palabras atrapadas en mi espíritu. No hubo intenciones premeditadas, escribir fue algo que surgió naturalmente, las historias me atraparon a mí primero y luego pidieron a gritos ser escritas. Hubo algo de prueba y error, claro, cuando uno va aprendiendo en el camino es el primer método que conoce y utiliza. Aún así, todo fue necesario para decirme verdaderamente quien era yo en este mundo de letras, con todos mis defectos y tal vez, con alguna virtud.

Las frías estadísticas dicen que en estos años, este blog tuvo 146.712 visitas, 785 seguidores y 127 entradas, pero los números no reflejan absolutamente nada, mucho menos pueden mostrar los sentimientos que pasaron por aquí, los miles de comentarios de amigos de todo el mundo que llevaré por siempre en mi corazón. Amigos que llegaron, amigos que no están, amigos que extraño enormemente y AMIGOS que seguirán en el futuro.

Creo que en la vida siempre hay que ser agradecido. Yo no me puedo cansar de decir GRACIAS a todos, por haberme acompañado aunque más no sea con un click o una rápida leída de algunas de mis humildes historias o por tomarse la molestia de dejarme un mensaje o comentario, algo que vale tanto para mí que no sabría bien como explicarlo sin quedarme escaso en las palabras.

Como dije en Diario de mi primer libro, la ley de la vida establece que lo viejo debe morir para dar paso a lo nuevo. Se terminó lo viejo. Adiós Un lugar en el mundo.

Habrá un nuevo día, habrá una nueva etapa. Y si bien las despedidas suelen ser tristes, me voy porque estoy ansioso por saber que hay en el horizonte. Sólo tengo una certeza: no faltarán las palabras.