Algunos años después de habernos conocido, caminábamos con
Lorena por las calles de San Miguel, bajo el tibio sol de una mañana de
primavera. Al preguntarle por su pasado, ella mudó su radiante sonrisa, hasta
entonces infaltable en toda nuestra conversación, por una expresión seria, triste
y melancólica. Recordó cuando era niña y el momento en que vio a su padre por
última vez. En aquel tiempo, Lorena era una nena de cinco años que vivía con su
madre en una pequeña casita de paredes viejas y despintadas, el frente de la
casa tenía un diminuto jardín de escasos pastos amarillos con un tronco seco de
eucalipto que ella usaba todos los días como banco para sentarse y jugar con
sus muñecas. La tarde en que su padre apareció por última vez en su vida, ella
estaba en ese mismo descolorido jardín hablando con las despeluchadas muñecas
de trapo, únicas confidentes de sus penurias de niñez. Imaginaba y creaba para
sus juegos lo que nunca llegó a tener: una familia feliz, tal vez como una
forma de escapar a esa realidad que como oscuras nubes tormentosas opacaban el
sol de sus días de inocencia. Sus padres habían iniciado la aventura de vivir
juntos cuando se enteraron que la mujer estaba embarazada de Lorena, con
esfuerzo construyeron una casita precaria adonde se fueron a vivir apenas nació
la niña. Lorena
recordaba que ya siendo muy pequeña, las peleas de sus padres eran cotidianas,
ella fue creciendo en ese ambiente de pobreza, muñecas viejas, juegos
solitarios y padres en crisis permanente. Un día su papá tomó la decisión de
irse de la casa, sin mediar despedida abandonó a su mujer y a la pequeña Lorena.
No se supo de él durante varios meses, hasta aquella tarde
en que apareció arriba de un auto nuevo estacionándolo frente a la casita en
donde hasta hacía un tiempo él vivía. Lorena se encontraba, como todas las
tardes, jugando sentada arriba del tronco junto a sus muñecas, miró bajar a su
padre del auto y sus ojos brillaron de emoción pensando que había vuelto para
quedarse, pero no fue así, el hombre había empezado una vida bohemia en otros
lugares y sólo había regresado a buscar algunas de sus pertenencias. Entró a la
casa, discutió una vez más con su ex mujer, metió algunas prendas en un bolso y
enfiló rápidamente hacia su vehiculo, cuando se iba vio que su hija estaba petrificada
mirándolo marcharse, se acercó a ella y le dijo: “La próxima vez vendré a
buscarte en el auto, nos iremos a pasear, voy a llevarte a conocer el
zoológico, tomaremos unos helados y te subirás a dar unas vueltas en la calesita. Pasaremos
todo un día juntos, te lo prometo.”
Lorena no tuvo palabras para responderle, un inmenso nudo
ahogaba su garganta, pero atesoró en su corazón la promesa de su padre, entretanto una brisa suave le atravesaba el rostro y secaba las breves lágrimas de sus mejillas.
Cada tarde, jugaba en
el jardín mirando hacia el final de la calle con la esperanza de que apareciera
el auto de ese hombre que le había prometido volver. Las tardes
pasaron, así como los años, pero él nunca regresó. La niña creció y ya no lo esperó
más, el tiempo diluyó esa esperanza transformándola en un rencor amargo en el
corazón de la joven.
En esas calles de San Miguel que la vieron crecer, mientras
caminábamos juntos, Lorena recordó la última vez que vio a su padre y trajo a su
memoria la promesa que jamás cumplió. El hombre, a quien ella ya no lo llamó más
papá, jamás regresó, construyó otra vida lejos de su pasado, probablemente haya
olvidado la promesa que muchos años atrás le hizo a esa pequeña.
Me despedí de Lorena alejándome del lugar, a poco de caminar me di vuelta observándola una vez más, algo de su tristeza se apegó a mi alma y en el fondo me pregunté si ella aún estaría esperando a que su padre regresara y cumpliera con lo prometido.
Me despedí de Lorena alejándome del lugar, a poco de caminar me di vuelta observándola una vez más, algo de su tristeza se apegó a mi alma y en el fondo me pregunté si ella aún estaría esperando a que su padre regresara y cumpliera con lo prometido.
Imagino que en algún rincón de su alma, está la niña que aún espera.
ResponderEliminarSaludos, Guille. Buenas tardes.
a veces dentro de nosotros hay una niñita acorralada dentro del pecho esperando quizás que se cumplan las promesas.
ResponderEliminarBello, amigo mío.
Te dejo mi abrazo de siempre, Guille.
Pobre Lorena, que no espere a ese padre es lo mejor.
ResponderEliminarEs un placer saber que vas escribiendo aún, a pesar de lo que dijiste.
1 beso.
Estoy segura de que ya no le espera, pero el daño de su corazón es irreparable y repercutirá en todos los actos de su vida.
ResponderEliminarBesos Guille.
Yo estoy segura que espera .....sólo para reprocharle tanto daño....porque la promesa quedó olvidada yá....
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Hay cosas que nunca se olvidan y los niños tienen una memoria increíble para las promesas. Si algún día parece su padre de nuevo… no sé si podrá perdonarle. No debemos hacer promesas que no vayamos a cumplir es jugar con las ilusiones de los demás. Un bessito
ResponderEliminarLamentablemente existen muchos casos como el de Lorena...los padres no entienden que los hijos no tienen culpa alguna de sus problemas y que la separación no significa separarse también de los hijos.
ResponderEliminarUn promesa no cumplida es como una espina en el alma...siempre esta ahí clavada causando dolor.
Un gusto leerte Guille, feliz tarde, abrazo
Todos llevamos dentro el niño o niña que fuimos.
ResponderEliminarQue triste. Debiste cumplir la promesa no cumplida y llevarla al zoo... se me ocurrio. Beso
ResponderEliminarMuy buen relato... acá me quedo a leerte... un abrazo
ResponderEliminarHola amigo muy buena y triste historia hay tantas Lorenas en el mundo, y las seguirán habiendo, pues el ser humano es cruel, con los hijos, en cambio los animales rara ves se separan de sus crías sin que sepan valerse por si solas disculpa la comparación es que yo admiro los animales más que a las personas, buen escrito.
ResponderEliminarBesos feliz semana.
Si Lorena es la niña de la fotografía ya no da tanta penita...Es un bonito relato que desgraciadamente es muy real en este planeta que vivimos
ResponderEliminarSaludos
Guille amigo tus relatos me emocionan, pero no vale la pena esperar, intenta intentar cumplir con tus sueños un dia a la vez, besos
ResponderEliminarme gusta por su realidad
ResponderEliminarHola Guille, aunque triste muy buena entrada. A mi me toca un poco de pasada la historia no pro la marcha del padre si no por las discusiones entre ambos y es muy duro para un niño ver a sus dos seres más queridos que son todo el universo de su vida llorar, discutir, gritar y no la representación del amor entre ellos que seria lo más justo para él, pero por desgracia es una historia repetida mucho más frecuentemente de lo que debería.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Los niños siempre pagan las consecuencias de la separación, es inevitable.
ResponderEliminarun abrazo.
Puf...!!! nadie esta libre... espero. nunca ser causal de un sentimiento así en alguno e mis hijos.
ResponderEliminarMuy buen relato, amigazo, como siempre ha sido un gran placer leerte.
Un Brazo.
Cristofer.
Que triste esta entrada, los pequeños son los mas inocentes y al tiempo los que mas sufren las separaciones, hay que ponerse en su piel y afrontar las cosas malas con enteresa e inteligencia para que ellos lo neten lo menos posible, que mira que es dificil.
ResponderEliminarUn besazo mi chico, entrar en tu casa es como respirar de entre esas nubes que se dislumbran bajo tus letras, magnifico
Nos vemos guapo :DD
Te preguntabas si sentía que había ganado el juego?...cuando alguien que amamos se va o debemos dejar ir, no se gana..quedan recuerdos eso si...pero un gran dolor por no estar de nuevo a su lado..Siento el dolor de Lorena, comprendo la amargura que ocupó el puesto de la esperanza..pero ella continuó..asi todos seguimos colecciomando amores una vez, desengaños otras...
ResponderEliminarUna historia llena de sentimientos...bss
Hay seres que tienen una vida que no se la merecen, pero la vida es así y hay que intentar transmutar en bien y seguir hacia delante.
ResponderEliminarMirar con tristeza a otro no sirve de nada, sentir ternura, comprender y estar mucho.
Me alegro de que hallas hecho un tiempo para plasmar aquí.
Me a gustado mucho.
Un abrazo. Éxitos y felicidad.
Yo nunca quiero dejar de ser niña! Muy bonito texto. Un abrazo Guille!
ResponderEliminarLas promesas no cumplidas pueden materializarse en reencor cuando espinita espinita llega el momento en el que debes tomar la determinación de pasar página. Me ha gustado mucho el texto.
ResponderEliminarSaludos:)
Un retrato que se repite incesante y vertiginosamente en nuestras sociedades. Adultos miserables llenando de dolor, tristeza y amargura a quienes no pidieron nacer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuantas promesas se van con el tiempo, que poco valor tomó la promesa...
ResponderEliminarMe encanto, simplemente, así como cada uno de los textos que leo acá.
Gracias Guille y saludos.
I can relate ... excellent write up, Guille ... I keep coming back and read it again and again ... often with tears in my eyes ... healing tears that is. Thank you for writing. Love, cat.
ResponderEliminarsoy nuevo en este mundillo pero creo que no me equivoco si digo que este blog es uno de los mas profundamente sencillo y tiernamente conmovedor que me he cruzado. Gracias por compartirlo con nosotros
ResponderEliminarMuy conmovedor, profundo, triste...
ResponderEliminarEsa pequeña niña espero durante mucho tiempo. Despues de mucho tiempo se resigno y encontro personas por las cuales vale la pena seguir adelante
ResponderEliminarWoww vaya herida dejan en los niños esas historias
ResponderEliminarde los padres y nada sencillas de cicatrizar.
Las promesas no cumplidas de los seres que amamos
no se borran jamás,quedan guardadas en un rinconcillo-
como las heridas de guerra.
Excelente como lo has relatado,te felicito!
Hermoso día para ti y flia.
Besitos
Guille hermoso! La verdad me siento muy identificada con este cuento. No me paso lo mismo, pero si algo parecido tambien con mi papa. Y me duelen mas ahora porque soy grande, pero bueno la vida no es color de Rosas y hay que seguir, y darle para adelantee. :)
ResponderEliminarDe alguna vine a dar en este camino!
ResponderEliminarCreo fue el olor a letra clara y autèntica...
Muy interesante tu blog Guille..
Si te parece me quedo
Un fuerte abrazo!